Por otro lado está el agredido o acosado, contrario a las conductas sociales del anterior, éste, es el típico niño o joven introvertido, sin amigos, poco hablador, que casi nunca participa en encuentros deportivos, ni en ninguna otra actividad, donde pueda ser el foco de atención.
Pero más allá de la víctima y el agresor, los observadores o espectadores están frecuentemente implicados de una u otra manera en el problema. El silencio de los espectadores (otros estudiantes que observan o que se encuentran en ese sitio al mismo tiempo que sucede el acoso), hace aún más grave el problema dado que muchos otros niños se suman al grupo de acoso de manera involuntaria, percibiendo que el acosado merece el acoso que recibe. Ello no ayuda a la persona que sufre el acoso, ni evita que éste suceda, por el contrario se fortalece cuando hay personas mirando pero que no hacen nada.
Las situaciones que propician estas conductas en los agresores son diversas. Pasan por el simple deseo de manifestar su fortaleza, un deseo de liderazgo basado en comportamientos burdos y dominantes.
Conductas de los agresores
- Agrede e intimida
- Llora y se enfada mucho casi por nada
- Habla de peleas en las que es el agresor
- Insulta y amenaza con frecuencia
- Desafiante y agresivo también con los adultos
- Muy irascible y descontrolado
- No tolera fácilmente la frustración
- Abandono de objetivos académicos
- Son centro de burla y rechiflas
- Sufren intimidación
- Se involucran en peleas, indefensos
- Muestras evidentes de lesiones físicas: cuerpo y ropa´
- Aislamiento del grupo
- No llevan compañeros de clase o amigos a casa
- No son invitados a fiestas ni tampoco las organizan porque piensan que nadie iría
- Pierden el interés por asistir al colegio
- Se ven tristes, deprimidos, solitarios
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